El experto militar Kramnik escribe en su canal de Telegram con respecto a la autorización occidental de ejecutar ataques con sistemas de misiles occidentales de largo alcance sobre territorio ruso reconocido internacionalmente:

Cuando evaluamos la actuación de la OTAN relacionada con la transferencia de armamento de largo alcance a Ucrania y la autorización de su utilización para ejecutar ataques sobre territorio ruso, debemos tener en cuenta la diferencia de actuación entre la OTAN y la Federación Rusa, dictada por las conocidas disposiciones de sus respectivas doctrinas militares. Estados Unidos ha actuado tradicionalmente en la lógica de incrementar los costes para el enemigo, tratando de ejercer la disuasión convenciendo a la parte contrincante de que los costes en que incurrirá como resultado de su actividad hostil superarán los posibles beneficios. El principal objetivo estadounidense en el escenario actual es mantener el statu quo, idealmente sin cruzar la barrera que desencadene en un conflicto armado directo. El aumento gradual de las apuestas en este entorno debería convencer en algún momento a las autoridades rusas de que es hora de sentarse sobre la mesa de negociaciones. En este paradigma actúan prácticamente siempre.

Existe un problema en este planteamiento. El problema es que la doctrina rusa nunca analiza los conflictos potenciales a través del prisma de los costes, sino solamente a través del prisma de las amenazas. Un enfoque totalmente diferente, en el que un aumento de lo que está en juego por parte del adversario no implica pensar que se debe dejar de actuar por las pérdidas potenciales, sino sopesar si existe un motivo suficientemente razonable como para subir aún más la apuesta. Si la respuesta es negativa, puede que no exista reacción durante mucho tiempo, pero las acciones pueden cambiar drásticamente a medida que nos aproximamos a una respuesta positiva, de la noche a la mañana para sorpresa del observador externo.

Los estadounidenses también están evaluando los costes para ellos mismos, la aparente falta de reacción por parte de Rusia puede crear durante mucho tiempo la ilusión de un bajo precio por el conflicto. La razón de esta diferencia es el diferente enfoque doctrinal de los conflictos de las partes enfrentadas. Cuando un adversario espera que sus acciones sean evaluadas como «esto es inaceptablemente costoso, cese y desista», por la doctrina rusa esas acciones pueden ser evaluadas en algún momento como «esto es una amenaza inaceptable, ataque». Podemos predecir que en el supuesto de utilización de armas occidentales de largo alcance contra instalaciones militares en territorio ruso fuera de la zona de combate por defecto (Ucrania dentro de las fronteras de 1991), el conflicto adquirirá rápidamente una escala y un carácter completamente diferentes a los actuales.

Kuzmenko:

Algunos apuntes propios respecto a la publicación anterior. Estados Unidos atrajo a Rusia a una guerra en Ucrania para dejarla fuera de juego en la próxima gran guerra por la dominancia del mundo contra China. Los objetivos principales eran hundir económicamente al adversario mediante sanciones, provocar pérdidas inasumibles que desencadenaran en una desestabilización interna, producir una situación de estancamiento militar y, principalmente, hacer que las autoridades rusas desistiesen de su comportamiento. Moscú no aceptó las imposiciones, decretando una movilización en septiembre de 2022 tanto de personal como industrial. Ha sido Rusia la que ha impuesto la guerra de desgaste sobre el terreno, son las autoridades rusas las que actualmente se sienten cómodas. La operación ofensiva de Zaporozhia de verano de 2023 fue un enorme esfuerzo occidental para forzar negociaciones infringiendo un derrota estratégica a las Fuerzas Armadas rusas, resultando en un desastre. Occidente, como he escrito en numerosas ocasiones, no puede asumir la guerra de desgaste impuesta y tampoco puede permitirse observar cómo las Fuerzas Armadas ucranianas se aproximan al punto de colapso. Llega una escalada más para forzar a las autoridades rusas a negociar, pero no entienden que Ucrania es una cuestión existencial para Rusia. Cuanto más escale Occidente, como bien apunta Kramnik, más sentimiento de amenaza existencial tendrá Rusia. Los ataques con misiles sobre territorio ruso son inminentes e inevitables, la guerra escalará y Ucrania sufrirá las consecuencias de la escalada. El camino hacia la pérdida de la estatalidad como he escrito siempre.

Algunos se preguntan qué posición quiere imponer Occidente forzando la mesa de negociaciones. La respuesta es sencilla, un congelamiento del conflicto en las líneas actuales porque no pueden asumir el escenario de desgaste actual. Rusia no puede asumir esa postura, no solamente porque ha integrado constitucionalmente cuatro oblast de Ucrania en su territorio soberano, sino porque entiende que el congelamiento en las líneas actuales es una derrota. Recordemos que la operación militar especial se inició en su momento para desmilitarizar al Estado ucraniano, en otras palabras, impedir su utilización como instrumento por parte de Occidente. La denominada operación militar especial tenía como objetivo impedir un enfrentamiento directo Rusia-OTAN, solamente lo ha acercado. Tampoco tendría sentido negociar tras haber boicoteado la otra parte todas las negociaciones anteriores para iniciar planes de imposición de sus condiciones sobre el terreno. Rusia deberá reaccionar golpeando, hacerles entender que no conseguirán nada por este camino, porque ellos interpretan la no acción rusa como una debilidad que aprovechar. Son interesantes mis reflexiones de marzo en este sentido:

2024 será el año de los resultados. El objetivo será llegar a las puertas de la aglomeración de Slaviansk-Kramatorsk tras tomar Konstantinovka. El avance en dirección Ocheretino para posteriormente cortar la autopista Pokrovsk-Konstantinovka será fundamental para lograr lo anterior, también la toma de Chasov Yar. Lo más importante de 2024 será la eliminación de todos los combatientes ucranianos que quedan con motivación para combatir. 2025 será el año de las decisiones: dependerá de la voluntad política rusa para eliminar el problema ucraniano por completo. Habrá avances mucho mayores: especialmente el objetivo de Jarkov tiene todas las papeletas para ser prioritario debido a su importancia estratégica, pero no hagamos pronósticos sobre el terreno tan alejados. La inexistencia de voluntad política conducirá a negociaciones donde la parte ucraniana deberá hacer concesiones importantes. Los constantes pronósticos sobre intercambios nucleares o intervenciones directas de tropas de la OTAN son habladurías sin fundamento, pero sí puede existir un intento occidental de escalar para obligar a las autoridades rusas a negociar, desconozco cual puede ser la carta que jueguen: probablemente la entrega de armamento de mayor alcance. Tampoco olvidemos que a finales de 2024 están las elecciones estadounidenses, una victoria de los aislacionistas (además de ser el sector centrado a la confrontación con China) puede suponer que el bloque europeo se quede en solitario enfrentándose a la crítica situación en Ucrania. Seguiremos observando los acontecimientos.